Desde que mi primer nutricionista le dijera a mi madre que tenía sobrepeso a mis 4 años, empezaron las dietas para mí. Pasé años restringiendo alimentos y haciendo ejercicio cada día, al mismo tiempo que crecía insegura de mi cuerpo. Centrada en mis estudios, me gradué de ingeniera de sistemas en Venezuela.
Pero mi realidad cambió abruptamente cuando emigré a España. El estrés que había acumulado durante años finalmente me pasó factura: bajé de peso, perdiendo casi toda mi masa muscular, así como mi ciclo menstrual y mi tranquilidad.
Indispuesta a aceptar aquello, decidí cambiar la ingeniería por la nutrición, una de las mejores decisiones de mi vida. Sané mi metabolismo y ahora ayudo a personas a hacer lo mismo desde un enfoque inclusivo de la alimentación intuitiva.